Esas personas, que no son pocas, nunca enfrentan los problemas para resolverlos, los evaden para no conflictuarse, y su vida es algo sin color. La rutina que les permite sobrevivir no sólo les produce infelicidad, los lleva a lo largo de su existencia por el filo de la navaja.

  Día a día escuchamos, sobre todo entre la mujeres, la triste historia de su existencia que tiene los siguientes componentes:

a),- En su infancia, un familiar cercano, en estado de ebriedad o en sus cinco sentidos pretendió agredirla sexualmente, pero alcanzó a salir corriendo.

b).- Con mucho miedo trató de comentarlo con su madre, la que no sólo no le creyó, sino que le puso una regañada y hasta la castigo por andar de mentirosa difamando.

c).- En la iglesia, alguna vez cuando fue a confesarse, un sacerdote le metió la mano tocándole su senos.

d).- En la escuela no faltó el maestro que la condicionó exigiéndole favores para darle alguna calificación.

e).- En su noche de bodas, el marido en vez de comportarse como parte de una pareja de recién casados, se comportó como macho semental y llevó a cabo un brutal abordaje sexual sin tomarla en cuenta como mujer, con necesidades de trato, de placer y de llegar, como él, al orgasmo de la primera noche.

f).- El resto del matrimonio hasta la fecha, matizado de celotipia, ofensas, desprecios, control, falta de oportunidades para trabajar o seguir estudiando.

g).- Y finalmente la inseguridad absoluta para decidir que hacer con el resto de su vida debido a que su baja autoestima le hace insegura e incapaz para tomar cualquier decisión.

¿Has escuchado alguna vez hablar acerca de una historia semejante? o acaso es tu propia historia.

  La vida es muy corta y el fin de nuestro paso por la existencia no es necesariamente sufrir, antes al contrario, hemos venido a aprender a ser felices superando las situaciones adversas que la vida nos va poniendo en su transcurso.